La Chunga


La Chunga, de Mario Vargas Llosa.
Fecha: 11 de Mayo de 2013
Teatro Español (Calle Príncipe, 25. Madrid).



Las relaciones de poder que se establecen entre los hombres y las mujeres dan para mucho. El Premio Nobel Vargas Llosa las trata,  las analiza descubriendo diferentes facetas.

La historia principal es la relación entre Merche (Irene Escolar) y Josefino (Asier Etxeandía). Ella una hermosa ignorante y él un chulo-putas en su sentido literal, que embelesa con su verbo y sus palizas a las mozas guapas antes de ponerlas a trabajar en el lupanar local.  La relación entre maltratada y maltratador es una relación de dependencia, de amor enfermo y desigual, como así reconocen los propios personajes en algún momento.

Y si bien la anterior es la historia gruesa de la obra, el personaje principal no es ni Josefino ni Merche, es la Chunga (Aitana Sánchez-Gijón), una mujer dura, de madera basta, que regenta un bar que frecuenta la pareja y sus amigos, hombres, que sirven para seguir profundizando en el leit motiv de la obra: el romántico, el hombre bueno al que desprecian las mujeres, el pederasta y el pajillero, al que la Chunga describe como un hombre al que le gustan las mujeres contenidas en su cabeza y no las reales.

La obra se desarrolla en una noche, una posible noche de varias historias, sucesivas, o incluso quizás imaginarias y que nunca sucedieron, una noche en que la Chunga, dura y marimacha, obtiene los favores de Merche como prenda de un préstamo de juego.

Es también la historia de la posible salvación de Merche. Que si se salva, lo hace por guapa, no porque se lo merezca, pero la vida es dura. De madera sin pulir.

La obra se desarrolla a mediados de los años 40, en un pueblo de Perú, pero no chocaría si ocurriese en las afueras de Madrid en la actualidad. Sus temas son actuales.

Aitana podría parecer demasiado guapa para el papel, pero no. Se adapta bien. No se equivocó el director Joan Ollé al elegirla, ni, para ser riguroso con la verdad, con la elección del resto de los actores. Tomás Pozzi, uno de los amigos de Josefino, ha sido para mi un descubrimiento.

La obra engarza bien, el ritmo es bueno: Uno llega al final sin darse cuenta, esperando, ciertamente, el desenlace, pero sin desear que se acabe la obra. La iluminación ayuda al desarrollo de la obra, así como el uso de dos telones, para marcar el paso de un acto al otro.

En cartel hasta el 16 de Junio.

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