Mi hijo sólo camina un poco más lento
De Ivor Martinic
Dirigido por María García de Oteyza y Santi Marín
Con Elvira Barbieri, María Cabal, Jacobo Camarena, Marta Megías, Julieta Navarro, Nur Olabarria
Producción Timbre 4
Sala Timbre 4, Madrid
Tenía muchas ganas de conocer la nueva sala de Timbre 4 en Madrid, y felizmente ha sido con este trabajo que paso a comentar.
Ivor Martinic, autor croata ahora afincado en Barcelona, tiene, como los buenos en cualquier cosa, una manera propia y casi única de hacer las cosas. Su estilo está desprovisto de artificios y de escenografías epatantes para centrarse en buenas historias y trabajos intensos de actores y actrices. Pero sin embargo, hay algo que lo hace radicalmente contemporáneo. El texto que hoy hemos visto ha sido premiado en varias ocasiones.
Los directores, Garcia de Oteyza, con cierta experiencia, y Marín, maravilloso actor que se estrena en estos cometidos, han optado por respetar al máximo estas premisas y optan por la máxima sencillez escénica. Seguramente por presupuesto, han reducido intépretes (pero los personajes siguen ahí cuando son nombrados). La luz de escena y la de sala coinciden en todo momento, con lo que la cercanía, por no decir la identificación con los personajes, por extremos que puedan parecer en algún momento, está asegurada. Somos nosotros,
Branko, un chico con una enfermedad degenerativa, cumple 25 años y ya no quiere abandonar la silla de ruedas. Está cansado. Pero eso no le hace infeliz. El amor de toda su familia hacia él, sin embargo, sí que les hace infelices de distinta manera. Una familia en la que cada cual va a su bola excepto en la responsabilidad que se han autoimpuesto con él: la madre, la tía separada, la abuela con problemas de salud mental, la hermana. el primo, la amiga con derecho a roce... La madre será la que sufra más al tener que aceptar que su hijo, pese a su discapacidad, tiene autonomía aunque sea emocional.
¡Qué actorazos tan increíbles! Aunque los había visto antes en papeles pequeños, aquí brillan con luz propia y son prodigiosos. Quiero destacar a Nur Olabarria, una fantástica madre, y al protagonista central, Jacobo Camarena, en un papel difícil y muy bien resuelto.
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