El castillo de Lindabridis

Foto © Sergio Parra

De Calderón de la Barca. 

Con Miguel Ángel Amor, Mikel Arostegui, Alfonso Barreno, Alba Fresno, Inés González, Paula Iwasaki, Alejandro Pau, Isabel Zamora

Dirigido por Ana Zamora

Cía Nao d'Amores

Teatro de la Comedia, Madrid. 

Nao d'Amores, que hasta ahora se había dedicado con muy buena fortuna al teatro renacentista y medieval, siempre anterior al Siglo de Oro, se aventura aquí con una comedia de Calderón de las menos conocidas. Fiel a su estilo, con música y bailes de la época en directo, y con un enfoque erudito, pero tan perfeccionista que traspasa la barrera de las épocas y nos hace disfrutar. Podemos decir que triunfan y que no deben perdérselo cuando llegue a su ciudad.

                                                                    Foto © Sergio Parra


Con un aire que recuerda a novela de caballería (de hecho basado en Espejo de príncipes y caballeros de Diego Ortúñez de Calahorra (1555) , dos caballeros errantes llega a una isla donde un fauno (maravilloso Miguel Ángel Amor) les prohibe la entrada, pero entonces llega del cielo un castillo, que transporta a la princesa Lindabridis, princesa de Tartaria. Va buscando un caballero que rete a su hermano para poder ser reina, según los designios de su padre. Lejos de quedarse en casa esperando, va buscándolos con su castillo volador. Fauno y los otros dos personajes se enamoran perdidamente de ella. Pero aún hay más....

La escenografía también se asemeja a lo que debía ser en su época: los intérpretes van montando y desmotándola, es a primera vista muy sencilla y rudimentaria pero muy efectiva. Me maravilló. El elenco es estupendo, desde los más experimentados (pero todavía jovencísimos) Alejandro Pau, Mikel Aróstegui o Paula Iwasaki, que nos hacen disfrutar en cada momento, hasta los nuevos en estas lides, como Inés González o el ya mencionado Miguel Ángel Amor. La música esta muy bien elegida, es delicada y adecuada: sirva de ejemplo la canción inicial: Si li femmene purtassero la spada, Anónimo (Nápoles, s. XVII). Por encontrarle algún pequeño fallo, es una lástima que todavía en teatro clásico no tengamos actores que cantan como si fueran profesionales en ambas disciplinas (en el teatro musical de Madrid sí que los hay).


Lo hemos pasado en grande y queremos que Nao d'Amores dure mucho años más.

                                                                Foto © Sergio Parra




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