Fundamentalmente fantasías para la resistencia



Escrita y dirigida por Alfredo Sanzol

Con Elena González, Eva Trancón, Javier Lara, Juan Antonio Lumbreras/Alvaro de Juan, Julia Rubio, María Moraleja, Natalia Hernández, Pablo Márquez, Paco Déniz, Pepe Sevilla.

Centro Dramático Nacional (Teatro Valle Inclán), Madrid


La pieza que Sanzol ha escrito esta temporada, azorado por la guerra de Ucrania y con este conflicto de trasfondo, es una maravilla. Aunque no tan redonda como la anterior: El bar que se trago a todos los españoles, es un auténtico disfrute verla y me parecen injustas algunas críticas malas que ha tenido.

El argumento central: un grupo de actores ucranianos que se encuentran todos los días en un refugio deciden montar una comedia como manera de combatir su enorme tristeza y agonía por el drama que están viviendo. La directora es un alter ego de Alfredo Sanzol que va creando la historia y los personajes a medida que la función avanza ( a mí me gustó esta metateatralidad). Pero, a la vez, la directora no es totalmente libre ya que "el destino es el guión que escriben los dioses"... Más meta que es lo que han resaltado los comentaristas más feroces que yo. Servidor lo ve como unas muñecas rusas donde la muñeca central, las historia que la directora crea, Pim, Pam, Putín es una hilarante historia que homenajea a las mejores películas y novelas de espías. Me vinieron a la cabeza Our Man in Havanna, To be or not to Be o One, Two, Three. En esa historia un coro barroco español es invitado por Putin a actuar frente a él y recibe el encargo de la CIA de aprovechar la ocasión para matarlo.

Es cierto que en los cambios de nivel, de muñeca rusa, somos obligados a desconectar de la jocosa comedia y reflexionar, pero esto es lo que hacía Brecht también. Un distanciamiento necesario para no olvidar los horrores de la guerra y recordar que la muerte y el dolor están, más si cabe, a la vuelta de la esquina.

Maravillosos actores, muchos de ellos colaboradores de Sanzol (Paco Déniz, Elena González, Eva Trancón...), otros grandes descubrimientos que queremos ver muchas más veces (Pepe Sevilla). Cancioncillas barrocas escritas por el propio Sanzol y musicadas por Fernando Velazquez que pasarían como auténticas, y una escenografía por partes, en fases según avanza la historia, y que llega a su cénit cuando recrea los salones del Kremlin firmada por Blanca Añón. Todo configura un mágico conjunto.





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